La primera «actividad» que realizará el futuro bebé son unos pequeños latidos cardiacos, regulares y rápidos, que se manifiestan por primera vez alrededor de la semana 4 del embarazo. Ya a partir de la semana 7, el embrión comienza a moverse. Primero se trata de vibraciones del cuerpo y de las extremidades y, luego, de ondulaciones o contorsiones del conjunto del cuerpo. Estos movimientos son espontáneos, independientes de cualquier tipo de estímulo. Hacen que el embrión se desplace, aunque de forma imperceptible para la madre; alcanzarán mayor complejidad a partir de la semana 10.

¿Cómo son los movimientos del bebé en la gestación?

Más adelante, las ecografías permiten observar otros movimientos del futuro bebé, que en ocasiones puedes notarlos en el vientre como latidos y son más imperceptibles pero igualmente vitales. A partir de la semana 15 aparecen los primeros movimientos similares a los de una actividad respiratoria: dilataciones y contracciones de la caja torácica. Irregulares e intermitentes, se ven interrumpidos por suspiros e hipo (movimientos bruscos del tórax y el abdomen del feto). Este hipo, cuya frecuencia será mayor durante el tercer trimestre, es un fenómeno regular y normal; dura de uno a veinticinco minutos y se repite hasta seis veces al día. Los movimientos del feto en el embarazo son muy frecuentes y se deben a diversos motivos.

Hacia el tercer mes los músculos y las articulaciones se han desarrollado y el feto puede mover los brazos y las piernas de forma independiente. Aparecen entonces las famosas "pataditas" que tanta ilusión hacen a las mamás. Debes sentir al bebé en el embarazo al menos 10 veces cada dos horas.

En la segunda mitad del embarazo, también se distinguen periodos de intensa actividad y los movimientos fetales que son normales en el embarazo y días en los que el bebé se mueve menos y otros de tranquilidad que parecen corresponderse con el sueño del feto. Durante el tercer trimestre, el feto duerme al mismo tiempo que su madre y también mientras ésta hace la digestión. En contrapartida, demuestra una mayor actividad física cuando su madre está sometida a una emoción 0 tiene estrés. De igual forma, reacciona moviéndose a los estímulos exteriores que llegan hasta sus órganos de los sentidos, como por ejemplo un portazo.